lunes, 30 de mayo de 2016

Café en Einsiedeln. Blogger Traveller

Antes que nada quiero agradeceros a todas las que habéis votado mi  entrada del último tema de Blogger Traveller. Da mucha alegría cuando te eligen :-)) La verdad es que jugaba con ventaja, porque Einsiedeln es un sitio precioso, y el tema "Paisaje" venía como anillo al dedo.

Este mes voy con retraso con el tema, que es "Café" y tenía que haberlo publicado el día 15, pero es que todo tiene su historia. Resulta que buscando algo interesante en Einsiedeln me encontré con el Kaffehaus zu den Dreiherzen (algo así como "Café de los tres corazones")

Los tres corazones se ven colgando en la fachada sobre el primer piso
Bueno, pues lo que tiene de particular esta cafetería es que ellos mismos tuestan el café. Lo compran directamente a los campesinos y así pagan precios más justos y ven las condiciones de trabajo. Y la razón de que yo me haya retrasado con mi post es que todos los viernes hacen un show de tostado del café allí mismo, dentro de la cafetería, pero cuando fui estaba la máquina estropeada y tuve que esperar a que la arreglaran. 


 La cafetería en sí es muy agradable, con rincones para sentirse casi como en casa:


Tienen hasta 12 clases distintas de café, entre mezclas y café puro, procedentes de todas partes del mundo:


Pero también se puede disfrutar de un buen tesesito, un smoothie y las típicas cosas que hay en todos lados, y los jueves y viernes se convierte en un bar con música y bebidas especiales.

Lo más interesante de todo fue la conversación con Caesar Eberhard jun., el tostador de café, que se encarga de darle el punto a cada tipo de café de esta empresa familiar, que desde generaciones se dedica al tostado y venta de café, y que tuvo el detalle de explicarme todo en Hochdeutsch (o sea, en alemán, y no en alemán suizo, que me cuesta mucho más entenderlo).

Aprendí que el café antes de tostarlo no huele a nada y tiene este aspecto:

Parecen cacahuetes, verdad?
y es dentro de la máquina donde adquiere su aroma. Allí dentro está como volando, ya que no para de dar vueltas, y el efecto de tostado se obtiene no por contacto, sino a través del aire caliente (a 200° en el caso del café que tostó el día que yo fui), así se tuesta todo lo más homogeneo posible. Al cabo de unos 10-15 minutos ya está listo (todo va controlado por ordenador, pero Caesar sacaba de vez en cuando una muestra y la olía, y esto me gustó, porque hay que entender, y no sólo dejarse llevar por la máquina), y después pasa a la rejilla de enfriamiento, ya que el auténtico aroma lo adquiere a 140° (si no recuerdo mal).

Aquí da vueltas hasta enfriarse a la temperatura deseada
Una vez listo lo empaquetan y lo venden (al menor y al mayor, ya que suministran a hoteles, tiendas y otras cafeterías) o lo usan allí mismo.

Foto: /www.facebook.com/treCuoriKaffee
Me quedé sin probar el café, pero es que yo no soy nada cafetera, me va más el té ;-)


Danke vielmals Caesar für die nette und interessante Ausführung!

Si queréis ver los cafés del resto de participantes sólo tenéis que pinchar aquí.

Y aunque sé que el post de Blogger Traveller tiene que referirse a la ciudad donde se vive actualmente, no puedo resistir la tentación de mostraros algo muy curioso de mi ciudad natal, Málaga (donde al fin y al cabo he vivido 30 años de mi vida). Se trata de la forma de pedir el café. 

Todo empezó en una cafetería llamada Café Central, eran los tiempos de la postguerra y a Don José (el dueño de la cafetería, que aún sigue existiendo en la Plaza de la Constitución), preocupado por los deseos de sus clientes a la hora pedir el café, se le ocurrió representarlos en un cartel, ya que no había forma de ponerse de acuerdo, y unos tenían que tirar un poco mientras que otros tenían que pedir dos hasta dejarlo a su gusto. Este cartel se convirtió en mosáico, y todavía sigue adornando las paredes del Café Central.

Foto: sientemalaga.wordpress.com
El "No me lo ponga" fue ocurrencia de un camarero gitano muy gracioso, ya que Don José sólo encontró 9 formas de poner el café, pero para que quedara bien el cartel necesitaba 10. Desde entonces el café se pide en Málaga y su provincia de esta manera. Si os interesa conocer la historia con más detalle podéis verla aquí

Y aquí está la versión más moderna del cartel:

Foto: www.cafecentralmalaga.com
El resto del vaso se llena de leche (creo que aún no hay versión para veganos), aunque no sé qué pasa con el "no me lo ponga" ;-)

viernes, 20 de mayo de 2016

Tortitas de pan crujientes

Parece que ya ha entrado la primavera (incluso por estos lares suizos) y si altera la sangre o no, no lo sé, pero lo que sí entran es ganas de salir al campo y hacer excursiones, y nada mejor que estas tortitas para llevar en la mochila, aunque son muy versátiles y se prestan también muy bien para pic-nics o simplemente para picar, solas o acompañadas de queso vegano untable, patés o veganutella (prometo publicar próximamente la receta perfecta de veganutella).

No os aconsejo que os las comáis a deshoras en el trabajo ni os las llevéis al cine o un concierto de música clásica (aunque en los conciertos de música clásica no se come, se va a escuchar música), porque son sumamente crujientes y hacen crack, crack.


Y así se hacen:

100 gr granos de avena
50 gr soja entera
200 gr harina integral de espelta (se puede sustituir por arroz u otro cereal sin gluten)
100 gr trigo sarraceno
2 cucharaditas de sal
30 gr pipas de girasol
2 cucharadas de aceite de girasol
375 ml agua

Con el molinillo de café molemos por separado la avena y la soja gruesos. Luego las tostamos juntas en una sartén antiadherente sin parar de remover para que no se quemen.

Molemos también una parte del trigo sarraceno y lo mezclamos con la avena, la soja, la espelta, las pipas de girasol, la sal y el trigo sarraceno que no hemos molido. Añadimos el aceite y el agua y removemos bien hasta obtener una masa blanda y untable.

Encendemos el horno a 200°.

Cubrimos una bandeja de horno con papel de hornear y repartimos la mitad de la masa en montoncitos, los aplastamos con una cuchara mojada previamente en agua y lo metemos en el horno precalentado unos 30 minutos hasta que las tortitas estén doradas y crujientes. Hacemos lo mismo con el resto de la masa (si queréis menos cantidad, podéis hacer la mitad).

Estas tortitas salen muy crujientes y hay que tener buenos dientes para comerlas, pero también podéis hacerlas menos crujientes extendiendo toda la masa sobre una bandeja de horno y partiéndola luego. Así no nos quedan bordes y al ser más gruesas quedan menos crujientes. En este caso debemos dejarlas 50 minutos en el horno.


Y ahora a salir al campo y disfrutarlas, pero atención: ¡¡Mucho cuidado, que crean adicción!! ;-)

jueves, 12 de mayo de 2016

Tartaletas veganas con mermelada y queso fresco

Aquí está la receta que os prometí en el último post.

Las hice para un cumpleaños muy especial en el que ninguno de los invitados era vegano, y claro, tenía que esmerarme  (estuve tres días esmerándome, pero quedó todo de rechupete y al día siguiente incluso llamó por teléfono la hija de una de las invitadas para decir que su próximo cumpleaños también lo quiere celebrar vegano :-))


Son algo engorrositas, porque hay que hacer cada cosa aparte, pero es que a mí me gusta lo casero, ahora, que si queréis comprar las tartaletas (o la masa ya hechas) y la mermelada ídem, pues adelante (de paso también compráis el queso y la mar de fácil, ja, ja).

Necesitamos:

Tartaletas de pasta quebrada
Mermelada de grosellas negras
Queso untable vegano a las finas hierbas

Bueno, lo primero que tenemos que hacer es las tartaletas de pasta quebrada:
 
250 gr harina integral de espelta
90 ml aceite de girasol
2½ cucharaditas de levadura en polvo
Una pizca de sal
6 cucharadas de agua
Un molde  para tartaletas (es como el de las magdalenas pero con los huecos más chicos)

Mezclamos la harina, la pizca de sal y el aceite. Amasamos con los dedos, hasta que nos quede como serrín. Después añadimos el agua y seguimos amasando con las manos. Debe quedarnos una masa ligera, pero que no se desmorone. Si es necesario ponemos un poquito más de agua.

Extendemos la masa con el rodillo sobre una superficie plana hasta obtener un grosor de unos 3 ó 4 mm (esto es sólo aproximado), con un vaso o copa cortamos círculos (deben ser más grande que la circunferenca del molde) y los colocamos con cuidado en cada hueco hasta el borde y pinchamos varias veces con un tenedor.

Horneamos en el horno precalentado a 180° durante unos 20 minutos (o hasta que estén dorados, procurando que no se quemen). Dejamos enfriar.

Con la masa que nos sobre podemos hacer galletitas saladas (se les puede echar un poco de sal una vez cortadas), no olvidéis pincharlas con un tenedor. Están muy ricas para canapés o simplemente untadas con algún paté o el queso untable.

A continuación hacemos la mermelada (si no la tenemos de otra ocasión). A mí me gusta poner una mermelada con un sabor algo ácido y fuerte, la de fresa seguro que también está buena, pero me resulta algo dulce de más, por eso he elegido la mermelada de grosellas negras.
La receta base (que ya os pondré aparte en otro post con fotos y todo eso) es:
 
750 gr grosellas negras
100 gr xilitol

Lavamos las grosellas y las cocemos en una cacerola con la estevia y el xilitol hasta que se hay reducido el liquido que sueltan.

Echamos la mermelada caliente en botes de cristal esterilizados, cerramos y ponemos los botes bocabajo para que se haga el vacío. Una vez abierto el bote conviene consumirla en el plazo de una semana, ya que si no fermenta.

Los botes podemos esterilizarlos fácilmente llenándolos de agua hirviendo (no olvidar la tapadera y el borde). Tiramos el agua y los dejamos secar bocabajo.

Una vez frías las tartaletas y la mermelada, rellenamos las tartaletas con la mermelada:



Y por último echamos el queso untable en una manga pastelera y decoramos las tartaletas. Como toque final podemos colocar encima un trocito de nuez (o lo que se os ocurra).




¿Te apetece una?


martes, 10 de mayo de 2016

Queso untable vegano a las finas hierbas

Hace tiempo que quiero publicar esta receta, porque además la tengo prometida desde que subí la receta del rejuvelac (que por cierto, está en la etiqueta "Vida natural", vaya, lo digo por si allguien se pone a buscarla en el índice).

El queso untable no puede ser más fácil y es muy versátil, o sea, que se puede usar para muchas cosas, para untarlo en un buen bollito casero de espelta, para rellenar rollitos de calabacín aunque los de este post están rellenos de otra cosa ;-), o incluso para hacer canapés (prometo firmemente publicar la receta en el próximo post, porque quedan espectaculares).

Bueno, pues a lo que íbamos. Así se hace el queso:

Necesitamos muy poquitos ingredientes:
 
1 taza de anacardos crudos
¼ taza rejuvelac
Sal
Especias al gusto (ej. ajo en polvo, hierbas variadas, pimentón...)

 
Ponemos los anacardos en remojo durante la noche (o al menos durante 8 horas).


Escurrimos el agua y los batimos bien junto con el rejuvelac y una pizca de sal hasta obtener una crema suave y sin grumos. Lo mejor es usar una máquina tipo Vitamix o similar.


Echamos la crema en un recipiente (lo mejor sería de cristal, pero como no tenía lo he hecho en uno de plástico) con tapa hermética y la dejamos fermentar entre 24 y 30 horas en un lugar oscuro y cálido. 


Según como queramos la crema de ácida la dejaremos más o menos tiempo, pero cuidad de no sobrepasar las 36 horas, ya que entonces formará alcohol y estará agria y nada agradable.

Después podemos especiar al gusto con un poco más de sal y las hierbas que más os apetezcan (por ejemplo, cebollino fresco, eneldo, perejil, cilantro fresco...), o con ajo, o pimentón, o lo que os parezca.


Y ya está el queso listo para tomar como más nos guste. No puede ser más fácil :-)

¡¡No os perdáis la próxima receta!! 

martes, 3 de mayo de 2016

III swap vegano

Acabo de volver de vacaciones (¡por fin vacaciones después de casi dos años!). Hemos recorrido el sur de Francia, norte de España y parte de Portugal (y hubiéramos seguido, pero el tiempo apremiaba, porque había fiesta familiar por todo lo alto en Málaga).

Hemos caminado muchísimo, visto sitios preciosos, de esos en que dices "aquí me quedo", pero había que seguir, y volviamos a otro y decíamos "aquí me quedo", ja, ja, y así un sitio tras otro, aprendiendo a vivir el momento, disfrutando de paisajes maravillosos y gente super amable, saboreando el aire de las montañas (más bien el viento ;-)) y la sal del mar, perdiéndonos en cuevas (y también con el GPS, que no nos mandó a un río porque no había río, si no allí acabamos ja, ja).


Y cuando llegué a Málaga, allí me esperaba un paquetito, era el regalito del swap vegano que organizaron Caro (del blog Espinacas con Garbanzos) y Alba (de Mi vida con un vegano). Es la tercera edición, pero yo me había perdido las otras dos y me hacía mucha ilusión participar en ésta, y encima me pillaba por España, así que tenía que aprovechar la oportunidad.

Lo abrí llena de ilusión. Primero leí la carta, y me encontré con que me lo mandaba Míriam (del blog Gastrocenicienta), ya sólo estó me ilusionó un montón, y luego me encontré con este regalo:


Es un molinillo de sal del valle de Añana con guindillas y un té blanco eco con cosas varias. La carta está escrita con mucho cariño.¡Gracias Míriam! y gracias también a Caro y Alba por organizar cosas tan bonitas :-)